viernes, 14 de junio de 2013

Reportaje Final 14.06.2013


 Vivir de la basura

En turnos de seis horas, un grupo de 5 hombres recorre un sector de la comuna de Providencia, recogiendo todas las bolsas de basura que encuentran en las veredas. Son los recolectores de basura, un gremio que ha tenido que alzar la voz para hacerse escuchar y respetar. Recientemente la ministra del Trabajo y Previsión Social anunció una serie de medidas para dignificar este trabajo. Sin embargo, la tónica se mantiene: malos olores, sustancias extrañas, bolsas rotas, cáscaras de frutas y pañales sucios.

María Piedad Vergara R.

De pronto, el camión se detuvo. Con las bolsas listas para ser lanzadas al interior de la máquina, el olor a verduras en descomposición y la transpiración corriendo por la frente, los peonetas esperan que se reanude el trabajo. Al mirar la cabina de la máquina, no se ve al chofer. Está abajo del camión, apoyado en una de sus puertas. Un pequeño río comienza a escurrir de la rueda del vehículo hacia la calle: es Pedro, quien hace 5 horas no orinaba.

En Chile hay aproximadamente 34.000 personas que trabajan recolectando residuos, choferes y peonetas recogen alrededor de 17 millones de toneladas de desechos anuales. Este trabajo ha sido considerado por la población como uno de los peores en nuestra sociedad, principalmente por su materia prima, la basura. Pero no sólo de asco se puede hablar en este trabajo. Los horarios, la seguridad, la vestimenta, el abrigo y la falta dignidad siempre han marcado la labor del recolector de basura.

La Dirección de Aseo, Ornato y Medio Ambiente de la Municipalidad de Providencia, cuenta desde marzo de este año con una nueva flota de camiones, los que cubren el 25% del área total de la comuna, beneficiando a 46.000 vecinos, afirma Eduardo Arancibia, director de dicho departamento del municipio. Estos camiones y sus operadores, son administrados exclusivamente por la alcaldía, mientras que el 75% restante es cubierto por camiones de Starco, la empresa que se adjudicó una licitación para prestar estos servicios hasta el año 2014.

El día comienza temprano. Se despiertan alrededor de las 3:45 de la madrugada, el bus de acercamiento los pasa a buscar aproximadamente 40 minutos después para llevarlos a su lugar de trabajo. A las 5:00 llegan los primeros y de a poco se van vistiendo para salir a las calles. El camión enciende los motores, Pedro Orellana, el chofer, está listo para partir. Los cuatro peonetas  se suben a las pisaderas traseras del camión número 69 y salen al recorrido número dos, el de los lunes, miércoles y viernes.

En las calles de Providencia, parece ser de noche aún. Hay pocos autos en las calles, lo que hace que la tarea sea más fácil. Juan Meza, el presidente de la Unión de Obreros de Aseo y Ornato de Providencia, es parte del equipo de Pedro Orellana. Los grupos de trabajo son siempre los mismos, cuentan con un chofer y tres o cuatro peonetas, que son quienes van atrás y adelante del camión para cargarlo con basura y dejar limpias las calles.

El recorrido del camión 69 comienza en Pedro de Valdivia, y recolecta residuos por  un cuadrante formado por y las calles Los Leones, Diego de Almagro y Francisco Bilbao. A pesar de ser considerado un sector pequeño de la comuna por los recolectores, el camión demora cinco horas en recoger toda la basura. “La capacidad de estos camiones nuevos es mayor a la de los antiguos, estos se llenan con 11 toneladas de basura más o menos”, cuenta Pedro, el chofer del camión, quien además es el encargado de ir al centro de transferencia en Quilicura a dejar los residuos recolectados. Por cada recorrido el camión se llena al menos una vez, aunque generalmente son dos cargas completas diarias. Al llegar a su máxima capacidad, los camiones tienen unos sensores que avisan que está lleno y el camión deja de prensar basura. Es ahí cuando Pedro debe ir a vaciarlo y volver a buscar a sus compañeros para terminar el recorrido, demorándose una hora más en ese trayecto, lo que aumenta la jornada laboral a seis horas en terreno.

Al principio del recorrido, el frío es difícil de soportar. A medida que avanzan las cuadras, y luego de correr tras el camión, levantar bolsas, y volver a correr, el cuerpo empieza a entrar en calor. Para hacer más expedito el trabajo, uno de los cuatro peonetas se va más adelante y realiza el “achique”, que consiste en ir juntando las bolsas de basura de un sector, para que el camión se detenga sólo en esos puntos y no en toda la calle. Ese trabajo por lo general lo hace Juan, quien a los pocos minutos de comenzado el recorrido se baja de la pisadera del camión y desaparece entre las calles y pasajes de Providencia. 

El camión recorre las calles de la comuna con lentitud. Su máxima velocidad es de 80 kilómetros por hora, pero cuando van los recolectores sobre las pisaderas del camión, los sensores de éste limitan la velocidad a 30 kilómetros por hora para resguardar la seguridad de los peonetas. A medida de que avanza, los carros de edificios y las bolsas van disminuyendo y, si bien todo puede aparentar ser fácil, no lo es tanto.

La prensa que funciona dentro del camión, para que pueda entrar la mayor cantidad de basura, se demora en funcionar. Además de eso, los vecinos que ven al camión pasar, muchas veces lo detienen y les piden a los recolectores que se lleven basura desde dentro de sus casas o de mayor tamaño, lo que atrasa más a los trabajadores. La jornada comienza a tornarse tediosa y lenta. El frescor de la mañana ya se ha ido y el sol, al ejercicio de levantar kilos y kilos de basura, empieza a acalorar a los recolectores, quienes no han podido parar a cambiarse de ropa o desabrigarse. En todo el recorrido no han comido nada y sólo han tomado agua de una botella que encontraron en la basura de un restaurante.

Dentro de la cabina del conductor, la música suena fuerte. La radio “Corazón” hace reír a Pedro mientras conduce, sin dejar de mirar los espejos y la pantalla que tiene en el tablero. Ésta le muestra lo que sucede en la parte de atrás del camión por medio de un sistema de cámaras. Al comienzo del trayecto iba concentrado, pero ahora está más relajado y prefiere disfrutar de su trabajo que amargarse. “Uno le va tomando cariño al trabajo de uno, ya son tantos años, pero me queda cada vez menos para la jubilación. Tengo que esperar un par de años más y así recibiré los bonos del gobierno” señala el chofer. Asegura que cuando se jubile se dedicará a hacer lo que más le gusta: andar en bicicleta.

Juan Meza aparece luego de un par de horas recorriendo y “achicando” en las calles. Se une a sus compañeros y al ser cuatro recolectores, el viaje empieza a llegar a su fin de manera más rápida. Un taca-taca y un colchón han sido los objetos más extraños que han recogido hoy. Pero no le extraña: “La gente bota de todo, por lo menos en esta comuna, todo lo dejan para la basura, sólo los edificios reciclan los diarios y vidrios, pero las casas, dejan de todo afuera”, asegura Juan.

Devolviendo la dignidad

En agosto del año 2011, el presidente de la Federación de Trabajadores de Aseo, Jardines y Rellenos Sanitarios (Fenasinaj), Armando Soto, sostuvo una reunión con la ministra del Trabajo y Previsión Social, Evelyn Matthei, para contarle acerca de las condiciones en las que trabajaban los recolectores de residuos y buscar soluciones a esos problemas.

La ministra realizó dos fiscalizaciones en terreno, en donde se comprobó que la situación de los trabajadores era deficiente y se resolvió crear una mesa de trabajo con representantes de la Asociación Nacional de Municipios, de las empresas más grandes del rubro, del Ministerio del Trabajo y de la Fenasinaj. El resultado del trabajo realizado por esta mesa, es la creación de nuevas bases de licitación que todos los municipios deben hacer cumplir en sus comunas.

Dentro de estas nuevas normativas se encuentran la mantención del salario, la responsabilidad de la municipalidad con respecto a las obligaciones laborales incumplidas por las empresas, la creación de un comedor en la comuna de recolección y una entregar una vestimenta adecuada para los trabajadores. “No puede ser que almuercen en los camiones, eso no puede ser, es un asco. No puede ser que tengan que hacer sus necesidades en el camión, para eso están los baños. Hay muchas cosas que se han tolerado, este gremio ha sido maltratado por décadas y los tenemos que respetar” señaló la ministra Matthei al hacer entrega de las bases al presidente de la Fenasinaj.

La fiscalización para que estas bases se cumplan será llevada a cabo por la Dirección de Trabajo, como señala la directora (s) del Trabajo, Inés Viñuela: “Fiscalizaremos primero de una manera asistida, para crear consciencia de que los empleadores deben entregar estos elementos de protección y posteriormente vamos a entrar a la fiscalización como tal, que frente al incumplimiento, vamos a sancionar a las empresas”. De esta forma se busca disminuir los la cual presenta en la Dirección del Trabajo doce sanciones por faltas en higiene y seguridad de las veintitrés fiscalizaciones que se han hecho en entre enero y marzo de este año.

El líder de la Fenasinaj cree que se está avanzado, pero que aún falta mucho por mejorar para su gremio: “Esto definitivamente es un gran paso para nosotros como trabajadores, con esto avanzamos hacia una mayor dignificación de nuestro trabajo y esperamos luchando por mantener nuestra labor vigente y digna”.


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